Tras la muerte de Miguel Ángel ningún artista ni escultor estuvo a la altura de sus capacidades hasta la llegada de Bernini. Un arquitecto y escultor Italiano que creó numerosos puntos de referencia en Roma durante el siglo XVII y es considerado el padre de la escultura barroca.
Biografía de Bernini
Durante los primeros años tras la muerte de Miguel Ángel, muchos escultores y artistas trataron de llegar a la altura de este artista del Renacimiento. Pero no fue hasta la llegada de Bernini cuando se encontró un sucesor digno con unas habilidades esculturales magníficas. Gian Lorenzo Bernini nació el 7 de Diciembre de 1598 en la ciudad de Nápoles, hijo de un un escultor de renombre, pronto acompañó a su padre en las entregas que tenía que realizar de modo que adquirió rápido conocimientos de escultura.
Pronto destacó junto a su padre y adquirió el patronaje del Cardenal Escipión Borghese, sobrino del Papa que ayudó a Bernini a crecer como artista en los primeros compases de su carrera. Ya con 22 años realizó un busto del Papa Pablo V y creó numerosas obras para la familia Borghese.
Sus obras de arte destacan la esencia de la escultura clásica y las creencias religiosas, se las arregló para hacer esto con una asombrosa habilidad para modelar mármol con sorprendente realismo natural que no deja de expresar sus implicaciones narrativas. Aunque recibió numerosas críticas por parte de la comunidad Neoclásica del arte Barroco, todavía hoy en día es considerado uno de los iconos de la escultura Barroca.
Obras de Bernini
Una de las primeras obras más destacadas que realizó para el jardín de la familia Borghese fue la “Cabra Amaltea”, que representaba a la mitológica cabra Amaltea, proveniente de las leyendas griegas, que decían que alimentó a Júpiter con su leche cuando este era un niño. También esculpió el “Alma Bienaventurada” y el “Alma Condenada” que reflejan dos estados de ánimo bien distintos.
Sin lugar a dudas la primera obra maestra que Bernini produjo bajo los encargos de Escipión fue la escultura de “Eneas, Anquises y Ascanio”. La figura de 2.2 metros de alto representa a Eneas huyendo de la ciudad de Troya portando a su padre y su hijo Anquises y Ascanio respectivamente. Esta escultura fue tallada cuando Bernini era todavía muy joven y en ella se puede percibir todavía la influencia Manierista de su padre.
Tras crear “El Rapto de Proserpina“, en el año 1625 finalizó otra de sus obras maestras, “Apolo y Dafne”, una de las obras más dramáticas de la época. La figura muestra las raíces de Apolo cuando era el Dios del Sol en la mitología griega y regañó a Eros por jugar con armas para adulto. Enfadado, Eros clavó una flecha a Apolo que le hizo caer locamente enamorado de Dafne, una ninfa de agua que había jurado virginidad eterna. Asimismo, Eros lanzó una flecha de plomo a Dafne para contrarrestar todo intento de Apolo por cortejarla.
La interpretación de Bernini retrata la transformación y el drama de Dafne en su paso a través de distintas etapas por las que pasa su cerebro y su corazón. Bernini incorpora la técnica del claroscura para dar un mayor sentimiento narrativo y un enfoque Helenístico.
La siguiente obra maestra de Bernini es “El David“, el hombre hecho leyenda por derrotar al gigante Goliath con una honda y una piedra. La narrativa de la escultura parece simple, sin embargo se convirtió en una de las obras más expresivas y notables de Bernini. La escultura está plena de detalles y el autor logra mostrar el enfado de david modelando su cara mostrando el ceño fruncido y mordiéndose el labio inferior.
Con obras como “El retrato de Constanza Bonarelli” y sobre todo el “Éxtasis de Santa Teresa“, se estableció como un prestigioso artista y virtuoso de la época. Sin embargo fueron sus técnicas y precisión en la escultura lo que hicieron de él uno de los artistas más talentosos e influyentes de todos los tiempos. Además de la escultura, Bernini fue un virtuoso en muchos otros artes, también destacó en la arquitectura, ayudando como arquitecto a la creación de la Basílica de San Pedro. En 1680 Gian Lorenzo Bernini falleció en Roma y fue enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor.